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martes, 5 de septiembre de 2017

El círculo

- Las personas pasaron por mí igual que pasan las estrellas que pierden su vida y caen, a lo lejos. Igual que un imán defectuoso, atraía polos que no me convenían, a la vez que otros se marchaban. Los objetos inanimados eran quienes andaban a mi lado y no abandonaban mi camino. No se imaginan el refugio que puede ser la imaginación.

A veces me pregunto si soy así no por circunstancias normales, sino por cómo me obligaron a ser. He probado el sabor de la maldad, del golpe y el abuso. He probado la soledad, la despedida y el olvido. Tampoco el engaño y la mentira se mantuvieron a distancia. ¿Nosotros moldeamos el mundo o los moldeados somos nosotros? Lo he puesto todo en la balanza por alguien y ni siquiera echaron un vistazo al sistema de pesos. Existen monstruos disfrazados de personas, muros levantados a base de caer y sufrir. Al fin y al cabo, hay que seguir adelante.

He echado de menos un pilar que estuviese a lo largo de los años haciéndome compañía, cansada de las idas y venidas de trenes sin rumbo fijo, de naufragar en manos que luego desaparecían. Y no lo entiendo. Nunca tiré los dados con malas intenciones, ni hice del daño un punto de partida en mis relaciones con la gente. Y, aún así, quien acababa mordiendo el polvo era yo. Sin merecerlo. Lo pienso y no encuentro las razones, no comprendo los motivos. ¿Por qué esta ruleta que soy yo encuentra con tanta frecuencia el infortunio y la cara oscura del universo?

Y creo que no sabes de qué hablo, porque las cicatrices se notan sólo si las tienes. Y creo que el sino que me persigue acabará por hacer que tú también te vayas, como ha venido ocurriendo siempre. Estas olas que me acechan y rugen terminarán por abalanzarse sobre mí y tal vez me ahogue. Este ruido blanco que resuena en mi cabeza y causa migraña acabará por elevar su intensidad y tal vez enloquezca. Haga lo que haga todo se desvanece...

Pausa.

- Si tú lo quieres así, nunca me iré. No sé compensar nada de lo que haya ocurrido y que aún suceda pero... Si nadie más lo ve, yo sí. Mereces lo contrario a lo que te acontece. Mereces la misma luz que hayan arrebatado tus lágrimas, esa que arrojas tú en mi cabeza. Te daré aquello que me haces ser, una rendija de lo que eres. Y ni siquiera así podría hacer que lo entendieses.

Que tú eres más grande que la pena más atroz, más poderosa que el laceramiento más indeleble. Eres más hermosa que el peor de tus defectos, y más cariñosa que el mayor de tus enfados.

La huella que ansío sentir dentro. El círculo.  

  

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