Aguardo por palabras que seguramente no serán dichas. Espero señales que igual nunca existirán. Desconozco si se recoge lo que sembramos, o si nos limitamos a cosechar lo que la tierra nos deja después de 365 plagas.
Tal vez se cierre el telón y una nueva función empiece. La del puñal y la daga, o puede que sea un hálito que permite respirar aún. Y sé muy bien que soy experto en luchar por causas que parecen perdidas, y que mi aliento apenas alcanza para cubrir unos cristales que no me conocen.
Has sido un círculo y una línea paralela a partes iguales, puente de frágil cuerda y la mano que sostiene el machete. Un fantasma que sonríe y se desvanece en la niebla. Y es posible que nunca sepas quién eres, aunque haya resumido tus hazañas y proezas de musa involuntaria.
Si tuviese un piano actuaría igual que ocurre hoy en mi vida. Tocaría sin saber qué hace cada nota, pondría mis dedos sobre la incertidumbre y me dejaría llevar. Y, aún así, podría tocar una tecla que sonase bien pero no encajase con ninguna melodía. Tal vez yo haya sido esa tecla.
Quisiera cruzarme contigo y bailar al compás de lo que queda por decir. Quisiera ver lo que otros ya ven, y mirar más allá de lo que nadie sabrá. Quiero tanto, y a la vez tan poco, que me pierdo en la inmensidad de los años.
Pero sé que, al igual que estas palabras no serán leídas, tampoco se entrelazará tu sombra con la mía.
Que demuestre el destino que me equivoco.
https://youtu.be/2YGZ-_aD888
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