Si me pongo a recordarla me vienen a la cabeza sólo momentos fugaces. Un perro blanco, una niña sólo un poco más pequeña que yo, que reía mucho y que le daba un brillo aún mayor a la belleza que aún mantiene. A veces jugábamos, aunque no sé a qué. Y, a pesar de su aparente felicidad, debo decir que ni siquiera supe si ella prefería estar ahí o en casa. Aún hoy lo desconozco, lo admito.
La misma zona de juegos, en calles empinadas que seguramente no son las que ella pisa en su día a día. Y, aunque sigo viendo en ella ese reflejo del pasado, también veo una enorme cuesta bajo sus pies, y eso que se encuentra en casa.
Y la razón es, aunque sepa mal decirlo, porque es una mujer. Y eso significa muchas cosas. Entre otras, que tendrá que abrirse paso con más dificultad si quiere llegar alto, en un mundo que cada vez exige más, sólo por su condición de género. Porque, no nos engañemos, el machismo es estructural, aunque cueste verlo. La brecha salarial, la férrea división de roles, los estereotipos. No sólo les afecta a ellas, claro, puesto que el hombre también entra en ese juego desde pequeño. Y cuesta mucho verlo.
Sin embargo, también debería decir que para subir esa cuesta no estás sola. Habrán más personas ahí, intentando llegar arriba. Quizá el problema sea que muchas de ellas sólo quieran alcanzar la cima tirando al resto al fondo. Pero ese es ya otro tema.
Ánimo, y no sueltes la cuerda.
Para Celia, felicidades, aunque sea un poco tarde :3
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