Quise regalarte
un castillo escocés
porque eres inmensa,
pero no soy ningún noble.
Quise regalarte
un palacio perdido
porque eres un lujo,
pero no soy ningún rey.
Quise regalarte
la luna y sus estrellas
porque brillas igual,
pero no soy un Dios.
Quise regalarte
los ríos y los bosques
y perderme en ti
y tú en ellos,
pero no soy la Madre.
Quise regalarte
una vida eterna, y
que enamorases al mundo,
pero no soy el demonio.
Quise regalarte
tantas cosas, tantos besos,
tantas olas, tantas dichas,
pero no soy omnipotente.
Por eso te regalo esto,
lo que significas para mí,
lo que creas sin saberlo,
porque, al menos, soy yo.
Y tú estás aquí.
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