Hoy, como ayer, me encuentro en el punto incial del círculo. Y, como tantas otras veces, no recorrí los mismos paisajes, y aprendí cosas diferentes.
Es mentira aquello de que uno recoge lo que siembra. No existe tal principio de reciprocidad, y los boomerang de la vida, si regresan, quizá lo hagan a un plazo muy largo.
Es verdad que no he perdido las semillas, porque soy un labrador de la infinitud, aunque sí es cierto que mis manos se tornan tristes y cansadas frente a los eriales donde trabajan. A veces, se observan algunos brotes que devuelven la sonrisa, y quizá sólo por eso hay que seguir trabajando.
Puedo decir que no conozco los entresijos del mundo, y que las tormentas duran más que la calma entre estos valles olvidados por los que nadie transita.
Quisiera ser algo más que ceniza en la boca, algo más que la herida intratable. Pero no encuentro los resortes, ni tampoco luces que guíen los pasos. El aire ahoga y el mar libera, un cuchillo que desgarra el horizonte y el dolor, unos ojos que se apagan sin dejar de existir.
Y es que a veces la soledad no es ningún amuleto. 22 vueltas y el reloj sigue girando.
Que no se rompa.
https://youtu.be/u72aqP2_hxQ
No hay comentarios:
Publicar un comentario