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sábado, 7 de mayo de 2016

Follow your heart

Nunca supe cambiar la dirección del viento, ni la frecuencia de las mareas. Una mano sola no basta para derribar un siglo, aunque una palabra sí puede transformar una vida. Al final, somos pequeños peones dentro de un grano de arena, y es ahí donde podemos movernos.

Sé que mis impactos son leves, aunque mis lazos abarquen kilómetros. Sin embargo, la rueda ya ha comenzado a girar, y no parece que algo vaya a detenerla. Ambos comenzamos a construir puntas sobre la madera del tejo. Y tal vez terminemos siendo una extensión del otro, una bola de fuego que no arde ni se consume.

No puedo modificar mucho, eso también lo he aprendido. Pero si tus ojos quieren ver los míos, los encontrarás en cada reflejo. Si crees que tu piel puede encontrar un hogar en la mía, sentirás mis dedos rozarte en cada brisa. Y no hay peores lágrimas que aquellas que no pueden ser borradas, ni peor prisión que una tristeza a la que ningún acto hace mella.

A veces desearía estar y no permanecer, humedecer el estado de unos labios que jamás se han tocado; pues por todos es sabido que la belleza que eclipsa no es igual a la que enamora. Pero cuidado, cada ladrillo que se coloque en esta dirección nunca podrá volver a su lugar original.

Yo lucharé, asentándome en todos esos rincones vacíos que amenazan con ocupar días enteros. Y la victoria llegará, sólo si tú lanzas la primera piedra. Un punto de no retorno es eso: una nueva etapa en la que eliges entrar, bloqueando otras del pasado.

Ya sabrás que tus huellas caminan por los valles de mi mente, y espero que algo de mí se haya impregnado en tu alegría, haber matado alguna vez la eunoia que te destroza.
Ahora, quizá, si nos robamos el aliento, tendremos una flecha que atraviese el corazón de lado a lado.

De nosotros depende que, al tocarla, no se desangre.

https://youtu.be/rW8biWyQKUY

martes, 10 de noviembre de 2015

El regreso

- Hola. ¿Donde has estado? Han pasado un par de semanas desde la última vez. Ya creía que no volverías.

- No he podido venir. Lo siento.

- ¿Por qué? Soy yo el que viene aquí. Nadie me obliga a nada. Es cierto que se echa de menos el que aparezcas, pero así son las cosas. ¿Qué has estado haciendo?

- He intentado alejarme de todo. Necesito reordenar mis ideas, y seguir adelante. Aunque supongo que dos semanas no han sido suficientes. ¿Qué has hecho tú?

- Comprendo... Bueno, yo me venía aquí y me ponía a pensar. Aunque debo decir que no ha sido agradable. La ausencia se notaba demasiado, ¿sabes? A veces me acercaba al río, y escuchaba el rumor del agua. Pero me sobrecogía y tenía que irme. Toda esta situación es demasiado compleja y extraña como para que sea real. Y, sin embargo, lo es. Tengo una cierta dependencia a tu figura, cuando ya debería haber salido corriendo sin echar la vista atrás.

Pausa.

- No sé cómo terminará todo, es la verdad, y, sin embargo, guardo la certeza de que el que seamos dos incógnitas, nos dejará en esta deriva. Hay cosas que nunca cambian.

- Has venido en un mal momento. Has elegido un tiempo equivocado. En el pasado elegiste un método erróneo. Tal vez esos fallos te hagan actuar mejor en otra ocasión. Valoro el hecho de que vengas, y lo que dices. Que te muestres. Pero yo no puedo actuar de otra manera. No puedes sustituir al tiempo.

- Lo sé. Lo que ocurre es que, dentro de esta celda que soy yo, tengo que luchar con lo que tenga. Hasta que cambie algo o todo se desmorone.

sábado, 8 de agosto de 2015

Puertas

Últimamente me encuentro con muchas puertas que se cierran. Bueno, no son muchas, pero se siente como si así fuera. Tapiadas hasta que el olvido muestre la cerradura, cuando ya no haya llave alguna. No niego que yo tengo parte importante en las causas de esas consecuencias. Ni que haya cometido errores, a cada cual más significativo. Pero tampoco son motivo suficiente como para proceder así.

Y te asaltan las dudas. Y el miedo. Porque, creedme cuando os digo que no son puertas normales. Cumplían una función. Y ya, con un poco de suerte, quizá se pueda echar un vistazo por la rendija. Entonces sucede que es muy complicado encontrar otras puertas de semejante importancia. Y quizá digas: "Oh, no, hay muchas puertas, solo tienes que encontrar una que se adapte a ti".

Pero... ¿Quién va a abrirle la puerta a alguien que no llama a ella?


https://www.youtube.com/watch?v=r7BbL9LPY80

sábado, 11 de abril de 2015

Una tarde más

Las finas ramas amarillas de un olivo se deslizan por mi garganta. En la lejanía, suenan las campanas del olvido, mientras un muchacho intenta recomponer las piezas de un extenso puzzle humano. Danza gris en el cielo, ante la humedad que vuela llevándose la abrasadora presencia de la sequía.

Sobre el cuadrilátero del mundo, un montón de obstaculos que cubren de negro el azul del mar, suave con las olas, creando curvas. Las murallas de papel se alzan, sobre llanuras inmensas, áridas, igual que lo que tratan de proteger:

Una mente en blanco.

lunes, 6 de abril de 2015

¿Por qué seguir?

Hace tiempo que esto se convirtió un monólogo, donde las palabras se perdían igual que ondas en el agua. Las sillas vacías, ¿por qué seguir? Hablo de cosas que nadie entiende, cosas que no pueden ser apenas arañadas por la dureza de su coraza. Todos vemos lo mismo, pero de forma distinta.

Solo se escucha el aplauso que doy cuando hago una pausa entre acto y acto. Un triste plas, plas, que resuena por toda la sala, donde antes se sentaban un par de personas ante la curiosidad del esperpento que estaban a punto de ver.

¿Por qué seguir? La boca seca, las ganas, muertas. Nadie actuando conmigo. Nadie en el escenario, escuchando la voz que sale de mis labios, distorsionada, retumbante, igual que un loco con un amigo imaginario, solo que yo sé que no hay nada ahí.

¿Por qué seguir? Espera, no me lo digas. Porque si no sigo yo, ninguna persona más lo hará. Lo sé. No caminarán tus pasos. No respirarán la misma atmósfera viciada. No recibirán las mismas puñaladas, ni tendrán las mismas cicatrices.

Hay que seguir. Porque aunque estas palabras se pierdan entre un público que nunca ha existido, y el olvido las atrape nada más nacer, tienen una razón de ser.

La de seguir creciendo.

lunes, 23 de marzo de 2015

Dolor de garganta

En el fondo de la caverna roja un insecto golpea sobre la frágil pared. Nada consigue matarlo, y por las demás salidas solo se vierte sangre. La voz sale cambiada, débil, no se propaga como debería porque es retenida por afiladas cuchillas en su intento por subir hacia arriba, en el centro de la cueva.

Tampoco pudieron salvar mi hogar los consejos de una paladín de los colores, haciendo mezclas agridulces con sus idas y venidas. Me quedo aquí, sentado, mientras observo los muebles arder, tomándome una taza de café, frío, que desgarre las aberturas. No espero a ningún bombero, porque nada puede salvar ninguna cosa buena de las cenizas. Quizá, al fondo, un dibujo aún por empezar, donde solo la mitad de mí se consume y la otra se sube a la barca del olvido.

martes, 3 de diciembre de 2013

Crash

Hay días en que la vorágine de las cosas por hacer nos absorbe por completo. Es entonces que se crea una barrera imaginaria entre lo de allá afuera y las cosas que nos ocupan. Todo se olvida, todo se aisla alrededor de lo que usted haga, no existe nada más. Pero, al final del día, cuando ya no queda más por hacer, se rompe todo lo que nos cubría, y entra de lleno cualquier cosa que tuviera usted ajena a su ocupación en el lapso de tiempo anterior. Es entonces que las señales emocionales cambian a otro sentido, y cuando detectan que algo falla con respecto a otros días, mandan mensajes al estómago, lo aprisionan y atenazan, el mismo mensajero que hay para otras situaciones. Y, de alguna forma, es curioso. Que el terror y el miedo se den la mano con el amor y la felicidad.


http://youtu.be/H2UXWYNurDU