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martes, 21 de julio de 2015

Cicatrices

- ¿Y ésta? ¿Donde te la hiciste?

Ella no pudo evitar escuchar la conversación que se daba a pocos pasos. Era la noche del Windest End, y había ido al bosque cercano para ver el espectáculo de las luciérnagas. Se había colocado en un árbol caído, en un lugar apartado, pero claro, al ir mucha gente, era inevitable el escenario.

- Ah, esa fue durante el asalto a la fortaleza de Lemer. La flecha me pasó rozando, por poco no la diño.
- Tienes mucha suerte. Estás todo lleno de señales y estás vivo, aquí, hablando con nosotros. Brindo por eso.

Se escuchó el tintineo de unas jarras. Con seguridad se trataría de cerveza.

- Dicen que el ejército de los grises se aproxima. ¿Qué opináis de eso?
- Que vengan, que vengan. ¿Qué son unas heridas más?
- Te envidio, con todo lo que has pasado y sigues con ganas de pelear. Eres muy fuerte.
- Bueno, bueno, no te preocupes, algún día llegarás a parecerte a mí, si dejas de estar escuchimizao'.
- Qué humilde eres.

Risas.

Ya no pudo aguantar más. Se levantó del tronco y se acercó a los desconocidos.

- No sabéis de lo que habláis. Dejad de decir payasadas. - Dijo la mujer.
- ¿Y quién eres tú para decirnos de qué tenemos que hablar? ¿Acaso además de fisgona tienes que dar órdenes? - Preguntó uno.
- ¿De qué se supone que no hemos de hablar, moza? - Inquirió el de las cicatrices.
- De lo fuerte que eres. De lo mal que lo has pasado. Porque no tienes ni idea.
- 'Amos, ande', pero si ni siquiera tienes cicatriz alguna. Tú sí que no sabes nada.
- Eso, lárgate, que ni pinchas ni cortas aquí.

Las lágrimas aparecieron tímidamente en la cara. Se dió la vuelta y se alejó. En el fondo sabía que no tenía que haberse acercado. Entró al bosque, y, ante el espectáculo de las luciérnagas, sus negros ojos, todavía húmedos, relumbraron en la oscuridad. Entonces murmuró:

- Que vosotros no las veáis no quiere decir que no las tenga. Y acaso sean peores que el roce de una flecha. Las cicatrices que se guardan adentro.


https://youtu.be/2iknSyuTwZ0?list=PLHGgUQ3I6mwArWFKRikzbbU2VGldjcEaW




jueves, 28 de noviembre de 2013

Nude

Se sentía como un ejército de jinetes descendiendo a toda velocidad por la cuesta de una colina. Sin líneas enemigas al fondo, sin nada en lo que chocar, nada que destruir. Vértigo incesante. Los cuernos que resuenan por todas partes llaman a la guerra contra el hastío que habita bajo las piedras del valle.

Quieres saber lo que se oculta bajo las capas superfluas que habitan en el núcleo, y necesitarás más que acero y cañones para entrar ahí. De nada sirve hacer sangrar a los habitantes de un cementerio. Inútil tomar sus fuertes. ¿Para qué? Si ahí no está lo que andas buscando. No. Si usted quiere desnudarme, tendrá que empezar por entrar sin ropa a los límites de la frontera.




lunes, 25 de noviembre de 2013

Death

La muerte no es un esqueleto con túnica y capucha de color negro, portando una guadaña. Es la sorpresa y la certidumbre. La sonrisa extraña de una persona llena de vida a la que se le cortan los hilos que le sujetaban al resto de títeres. Es un día que se antoja normal y de repente se trastoca, como 'clic' en un interruptor. Un caos en las oficinas de la rutina. Una flor que se marchita en las salas de la sonrisa.

Aumentan los caudales de agua salada en los ríos, se desbordan, como un ejército de personas desconocidas entre sí que van a saludarse, y se dirigen al mismo lugar. Cenizas y sombras. Te arrancan de tu alrededor ramas del árbol al que estás acostumbrado ver, y el paisaje se trastoca. Es algo natural: Sabes que pasa. Que debe pasar. Pero, aún así, nunca piensas que te vaya a tocar a ti. Que la muerte es un mensajero que pulula por tu alrededor, y que tú no recibes sus cartas.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Words

Un ejército de osos de lana que se mueven sobre un delicado cuerpo de ensueño. Una mano distante que quiere sentir el tacto de la piel en la que habitan dichos animales, y la sonrisa aterradora de un técnico que maneja la electricidad a su antojo, y que, sin embargo, no consigue dominar la tarea del día. ¿Dónde van las palabras que no se dicen? ¿Las devora un atrapasueños invisible que nos acompaña en el hombro, a modo de ángel? ¿Se pierden en la larga carretera del Olvido?

Las sombras del día se vuelven alegres, frente a la melancolía que suscita el caluroso Sol, es una catarsis extraña, donde se rompe con la concepción establecida de que todo lo que tiene que ver con lo luminoso es alegre, y que lo oscuro es triste o trágico. Recuerdos que se entrelazan como un juego de muñecas rusas, donde una palabra suya me conecta con el pasado al tiempo que se forma un boceto del presente. Y los horizontes se amplían, y la desnudez se acentúa, como cuando lees un libro y observas todas las acciones del personaje. Y así, día tras día, la ropa del interior se rompe en jirones. No me dejes sin palabras, solo sin habla.