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jueves, 3 de diciembre de 2015

Dos mujeres (III)


III

Una barrera, una barrera
que desinfle este deshonor,
ya basta de besar el suelo,
el polvo no sabe nada bien.

Equivoqué el camino, lo sé,
siguen pasando
la factura a diario, ya
pagaré esa acción.

Prender fuego al tiempo,
allí donde las manos
me quitan el frío mortal,
allí donde nunca fui.

Me pierdo entre los cuerpos,
confunden los aromas,
un lobo solitario no
vuelve bien a la manada.

He coloreado mis horas
con las pinturas del ayer,
dudo entre el gris y el rojo,
tal vez negro, como mi cabeza.

No hay lugar aquí, demasiado
ruido, mucho movimiento,
la mujer que busco es la brisa,
una gota que ondea el agua.

Sólo quería una explosión
dentro de mi cuerpo, no
la secuela de una bomba,
quizá apreté el detonador.

Abandoné la realidad
para buscar un deseo,
y lo único que es verdad
es que me contaba mentiras.

Formaré otros lazos, quizá,
con alguien que no teme el
filo que forman mis manos,
una flecha que atraviesa.

Entonces segaré los árboles,
prenderé fuego a las hojas,
pero jamás olvidaré las
raíces que me llevaron hasta aquí.

viernes, 4 de septiembre de 2015

En otro mundo



Mis manos tocan porcelana, mis labios, en cambio, rozan las púas de un erizo enfadado. Un cazador con la escopeta cargada, ningún galgo lanzado a por el único conejo que corretea por el campo. Dos minaretes que se alzan, poderosos, ante los dedos de un gigante hambriento, que derrama saliva sobre las rocas que los forman.

Nunca antes la furia del león en la gracilidad de la gacela, hasta que iniciaste esa danza primitiva tuya, haciéndome disparar dos salvas, usando para ello el mar que habita bajo tu cuerpo. Nunca antes vi nada igual.

Lástima que solo estés en el libro que he terminado de leer ahora.


Microrrelato seleccionado en VI Concurso de Microrrelatos Eróticos "El placer manda", de Letras con Arte.

jueves, 27 de agosto de 2015

Viaje al centro de tu cuerpo



Quise coger un avión y visitar los entrañables rincones de tu cuerpo. No pienses mal, es solo que el único paisaje que me gusta es el que veo en tu cabeza, cubierta por esos hilos que, como flechas lanzadas al sol, despuntan al alba. Cierto es que iría a cualquier selva, pero no hay ninguna como la que guardas celosamente entre atolones que soportan las embestidas del mar.

Las carreteras de tu piel son las más cuidadas, las que permiten a los coches de mis manos ir veloces a cualquier parte. Puede ser que encuentre alguna pequeña grieta, o algunos agujeros donde los vehículos caen al vacío, más no debes preocuparte, pues se puede salir de ellos, a pesar de que no sea fácil, dada la atracción gravitatoria que ejercen.

No me preguntes cuál es mi destino preferido, porque entonces te arriesgas a que deje de ser un turista, y decida obtener la nacionalidad que pueden ofrecerme tus húmedos parajes llenos de vida y belleza.

Microrrelato seleccionado en V concurso de narrativa "Viajes", de Letras con Arte.

domingo, 1 de marzo de 2015

La abogada

- ¿Cómo le fue ayer el día señorita N? ¿Siguió mis consejos?
- Bueno... Intenté hacerlo, pero no tuvieron efecto. Volví a romper cosas. Me han abierto un expediente. Suspendida de empleo y sueldo durante un mes.
- ¡Pero eso es terrible! ¿Qué ocurrió?
- Ya le conté que nos habían puesto por parejas para realizar el seguimiento del juicio a la farmaceutica Kronos, ¿no? Pues, mi compañero y yo, somos dos caras de la misma moneda. Él cruz, y yo cara. Es la persona más insensible que me he encontrado en todos los años que llevo ejerciendo la abogacía. Solo piensa en el beneficio, y le da igual todo lo demás. Y eso choca completamente conmigo.
- Por eso le dije que intentase abstraerse, pensar en otra cosa, e intentar llevarse bien con él a pesar de sus diferencias. Son compañeros de trabajo. Lo personal debe apartarse.
- Lo sé, lo sé, pero... Lo que ocurrió ayer pudo conmigo.

Respiro hondo, y comienzo a narrar lo sucedido.

- Verás, paralelamente al juicio pendiente, estuvimos estudiando el resultado de otro procedimiento con la farmacéutica Shini-GMI, quién comercializó un medicamento que provocaba focomelia a los bebés, pues se usaba para calmar las náuseas en período de embarazo. El caso es, que este resultó favorable para la farmacéutica en España, y, aunque es uno de muchos casos, mi compañero expresó abiertamente que era normal esto, pues no había negligencia alguna por parte de la farmacéutica. Que todo era, responsabilidad de quien compró el medicamento sin informarse bien de sus posibles efectos.

Me detuve un poco, frenética como estaba, con la ansiedad dominando el pecho, y la música de la intranquilidad retumbando en mi cabeza.

- Fue ahí, cuando, ajena a cualquier control de mi cuerpo, comencé a derribar cosas. La mesa, por los suelos. Las sillas, lanzadas contra los armarios. Las tazas del café, hechas añicos, con el líquido corriendo sobre pavimentos de papel y oscuridad. Me sujetaron los compañeros. Algo me había invadido. Dormido como estaba, aquellas palabras despertaban el monstruo que descansaba en mi interior.

Me detuve. Estaba sudando. Revivirlo todo no me hacía ningún bien. sobre todo cuando volvía atrás.

- Comprendo... Pero, no debería tomarse así las cosas señorita N, trae problemas, como ya has visto. No dejes que la sensibilidad controle tu cabeza. Tienes que mantenerte firme. Ten, te recetaré unas nuevas pastillas, ven a verme mañana, cuando estés más calmada.
- Está bien. - Suspiré, contenta de que aquello acabase.

Lo que no sabía la psicóloga, es que el hermanito de N murió por una malformación en la cabeza, que conforme iba creciendo, le iba aplastando el cerebro. Quizá el juzgar, y el hablar sin conocer realmente lo que hay detrás sea lo que crea locos donde no los hay, y cuerdos donde solo hay locura.

Para Nuria.

Palabras clave: Indómita, temperamental, sensible.

jueves, 26 de febrero de 2015

Vida y obra de una lágrima

Me deslizo entre las hojas que pueblan los astros de la avenida 16, no me muevo yo, me mueve el viento. Choco contra las tinieblas de tu cuerpo, un visitante más, un litro de sangre menos; se quedó pegado a ti, cuando cerraste las compuertas de los faros. Me muevo entre la arena de tus tapices, y es cuando me voy quedando pegado a tu pintura: Ya avanzo poco. Es entonces que una enfermera me inyecta el 0 negativo, y vuelvo a correr entre la eterna llanura que baja al inframundo por un único camino.

Pero no creo poder bajar, cuando el parapeto me lleva a cárceles de porcelana, y, ahí, me lanzo al vacío para ser arrastrado de nuevo. Los dulces y yo no encajamos, qué le vamos a hacer. Qué le vamos a hacer si, aunque el momento sea alegre, soy salada como el mar.


lunes, 25 de noviembre de 2013

Mister sonrisas

Hay gente a la que le gustaría tener una vida diferente, el cuerpo de una persona distinta, tal vez. A mí a veces me gustaría ser un muñeco. Trasladarme en un aura azul a varios kilómetros de aquí y meterme en un oso. Habitaría en una cama, y sentiría el aliento de alguien posarse sobre mí. Quizá también algunos abrazos. La voluntad estática del cuerpo impediría que me moviese, y, aún así, habría un intercambio de la materia más básica. Electrones saltando de un sitio al otro. Entonces volvería a cambiar de lugar, y sería el electrón. Recorrería su cuerpo detalle a detalle, como un doctor que busca el origen a una enfermedad extraña.

Y, sin embargo, la electricidad que se forma al entrar en contacto mi verdadero cuerpo con el suyo, es algo que no podría dejar al azar de los recipientes menores de la materia.