Era un pasajero extraño
en un tren ocasional,
no volverá, dijiste,
se perderá al alba.
Se lo llevarán a casa
los primeros rayos,
y solo sabré de él
su verdadero nombre.
Y al final construyó
sobre ti castillos,
fortalezas de tinta
con sus manos.
En la gran biblioteca
se quedó dormido,
escribiendo una carta
con tu propio sello.
No sabes lo que es unir
el caos entre tus manos,
pero las señales
te serán de ayuda.
Y tus párpados caerán
pesadamente como losas,
y tu cabeza estará
junto a la suya.
Y las líneas de tu cuerpo
confundirán las suyas,
como un bello cuadro
dibujado por Da Vinci.
Bienvenido a un mundo tan abstracto como lo que pasa por mi cabeza. Literatura rompecabezas que significa cualquier cosa menos la que es. O puede que veas la realidad.

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lunes, 2 de diciembre de 2013
domingo, 10 de noviembre de 2013
Que siga el espectáculo
¿Qué es esto? ¿Quién soy yo? Si ni siquiera las palabras se ponen de acuerdo en mi interior. Necesidad. Sí. De contar. Ustedes son solo fantasmas que vienen a espiar este circo de disfraces dirigido por una sombra. Yo lo sé, y por eso nunca sabrán realmente lo que quiere decir el espectáculo. A veces quiero romper cosas contra el suelo. Otras, me gustaría devorar cariñosamente a alguien. También puedo no sentir nada. O sentir tantas cosas como para hacer una estupidez. Pero no destrozo nada. No devoro a nadie. Vengo aquí, y lo pongo. O tal vez me lo guardo para mí. Esto ni tan siquiera es una pantalla de mi vida. Es una caricatura. Solo que no es grotesca. Piensen en un cuadro realizado para ensalzar a una persona. Idealismo. Puede que todo este mundo sea una cosa así. Pero no se engañen. Ni ustedes ven a través de mí, ni yo a través de ustedes. Solo nos conecta una cosa. Una sola. Y es la admiración por las palabras. Para todo los demás, solo caben interpretaciones.
lunes, 30 de septiembre de 2013
Cambios
El centinela del castillo se quedó dormido al caer la noche, y permitió que aquella ladrona fuese entrando día tras día. Primero fueron las banderas y sus colores lo que fue cambiando, después, las habitaciones, lúgubremente alumbradas, fueron iluminándose cada vez más; los muebles, ruinosos, dejaron paso a otros más nuevos, aunque con la marca de lo antiguo dibujada en ellos. Más tarde fueron las paredes, siendo sustituido el blanco por colores más alegres, como el azul; los suelos, desnudos, se llenaron de alfombras; las camas, con colchones viejos, se volvieron mullidas y suaves. Luego, los largos pasillos vacíos se llenaron con estanterías llenas de libros de autores tan diversos como Shakespeare, Tolstoi o Thoreau. Por último, las agrietas paredes resultaron arregladas, y en ellas, aparecían cuadros de Monet, Goya, o Corot.
No sé cuándo me percaté de aquella agradable intrusa, pero para cuando quise darme cuenta, ya había puesto patas arriba todo mi hogar, aunque debo decir que mejorándolo bastante.
No sé cuándo me percaté de aquella agradable intrusa, pero para cuando quise darme cuenta, ya había puesto patas arriba todo mi hogar, aunque debo decir que mejorándolo bastante.
viernes, 20 de septiembre de 2013
Soldaditos de papel
Las variantes de la mente son tan infinitas como el propio universo. Esto se deduce por ejemplo, cuando, ante un mismo texto, ante una misma descripción, dos personas pueden imaginarse cosas distintas; tal vez no radicalmente distintas, pues conservarán la forma que las palabras dictan, pero sí pueden cambiar entornos, añadir, o incluso desfigurar la idea original que la persona que aporta esas palabras quiere transmitir.
Cogeré para esta ocasión, un texto que no me pertenece a mí, sino a otra person.
"Me encuentro en un castillo medieval, en una habitación de tonos blancos y violetas, con grandes ventanales; la luz es tenue y por la noche se ve el bosque gracias a los antiguos farolillos que hay colgados en los árboles. Las estrellas brillan mientras susurran mi nombre, y me quedo dormida en la mecedora mirando a la luz de la luna."
Cuando terminamos de leer las líneas, el lector sin duda se ha imaginado lo ahí descrito, pero, incluso en mi caso, que puedo poner rostro a la persona que protagoniza esa descripción, hay diferencias en el proceso imaginativo. Es muy difícil hacer que algo que tiene que dibujar la mente mediante palabras, sea igual en la cabeza de todos los que lo leen. Diría que es imposible, a menos que fuese algo muy concreto a lo que se puede poner una imagen vista anteriormente, como puede ser un cuadro o una pintura.
Con todo esto, lo que quiero decir es que, la literatura, al igual que la música, adquiere ese poder mágico precisamente por esta particularidad, porque con un solo mundo que actúa de base, por diminuto que sea, se crean otros muchos que guardan diferencias. ¿El número? Depende de las personas que lo descubran.
Cogeré para esta ocasión, un texto que no me pertenece a mí, sino a otra person.
"Me encuentro en un castillo medieval, en una habitación de tonos blancos y violetas, con grandes ventanales; la luz es tenue y por la noche se ve el bosque gracias a los antiguos farolillos que hay colgados en los árboles. Las estrellas brillan mientras susurran mi nombre, y me quedo dormida en la mecedora mirando a la luz de la luna."
Cuando terminamos de leer las líneas, el lector sin duda se ha imaginado lo ahí descrito, pero, incluso en mi caso, que puedo poner rostro a la persona que protagoniza esa descripción, hay diferencias en el proceso imaginativo. Es muy difícil hacer que algo que tiene que dibujar la mente mediante palabras, sea igual en la cabeza de todos los que lo leen. Diría que es imposible, a menos que fuese algo muy concreto a lo que se puede poner una imagen vista anteriormente, como puede ser un cuadro o una pintura.
Con todo esto, lo que quiero decir es que, la literatura, al igual que la música, adquiere ese poder mágico precisamente por esta particularidad, porque con un solo mundo que actúa de base, por diminuto que sea, se crean otros muchos que guardan diferencias. ¿El número? Depende de las personas que lo descubran.
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