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martes, 24 de noviembre de 2015

Silencio

No encontré más
que una marioneta,
sonriente palidez.


Ni siquiera un
ventrilocuo triunfa
ante tu barrera,
sonriente tristeza.


Ni siquiera el
eco conversa,
amueblada cabeza
que detiene la voz.


Y tus disparos
cercenan fieros,
te escondes bien
tras la muralla.


¡Oh, tremendo alboroto!,
¡oh, tremenda algarabía!,
que tu silencio retumba
y destroza mis tímpanos,
sonriente espejo.


Finalista en Certamen de Poesía "Letras Como Espada", de Letras como Espada.





lunes, 2 de marzo de 2015

En Versión Original

Me quedo mirando el cielo desde el porche, mientras el último cigarrillo de la tarde me consume. Todo pasa igual que una película muda en blanco y negro. No hay sonido, no hay gritos, ni ruido. Solo los gestos torpes de quien pretende manejar universos que no le corresponden. Un vulgar intruso en el territorio de sombras ya desvanecidas por el miedo y el espacio. No se escuchan los golpes, ni los gemidos, solo un sordo rumor que el viento se lleva. De fondo, la voz de Joan Baez no cesa de repetir una y otra vez una frase, igual que si un disco rallado se hubiese apropiado de mi cabeza: "And there you stayed, temporarily lost at sea".

Miles de mariposas frente a mi puerta, exigiendo paz, pidiendo flores, ¿qué puedo daros yo, si soy la marioneta de esta nueva era? ¿Qué castigo podéis exigirme si aplasté la vida entre las palmas de mis manos? Fuera, fuera de aquí. Los palos venenosos de mis pulmones romperán vuestras alas. Fuera, fuera de aquí. Los monstruos no mostramos nuestro verdadero rostro.

https://www.youtube.com/watch?v=1ST9TZBb9v8

Para María

Palabras clave: Folk, años 60, cine clásico.

sábado, 25 de enero de 2014

Warm

Dos marionetas guiadas por los hilos de sus propios corazones se reunieron bajo la sombra de un viejo árbol que guardaba la entrada a las entrañas de la tierra. Ellas se movían al son del viento, sin interrupciones, hasta que entrada la tarde, montones de insectos aéreos llenaron con su aleteo el lugar. El día se encontraba frío y con un cielo despejado donde el sol se negaba a mostrar su lado más cálido. Oscuro pero claro.

Los muñecos se mueven de sus posiciones, y se dirigen al interior del bosque, a las zonas más oscuras, donde solo los pájaros aparecen de vez en cuando, en el transcurso de su vuelo. Allí, los hilos que portaban se entrelazaron una y otra vez, y la frágil madera empezaba a prenderse con la fricción de los mismos. Era un fuego que quemaba, que inflamaba el pecho, pero que no se expandía más allá de los participantes de aquella transformación. Montones de hormigas corretearon alrededor de los cuerpos, igual que las ondas que crea una piedra al ser lanzada al agua. La tierra, caliente, se levanta, partícula a partícula, con cada suspiro que se escucha en el eco.

Las brumas de la noche cubren los ojos, igual que persianas bajadas para evitar la luz en la habitación, y rayos que llenan el cuerpo estallan en millones de diminutos electrones, que se confunden con el agua que despide la madera de los ardientes muñecos, y, mientras todo ocurre, los trenes viajan transportando curvas en los labios.

http://youtu.be/AQ-iU33vJQU

domingo, 3 de noviembre de 2013

El titiritero

¿Han sentido ustedes cómo es ser un titiritero? Coges el control de una marioneta, manejas los hilos a tu gusto, y ves cómo se desarrolla el espectáculo. Pero, ¿realmente depende de nosotros controlar al muñeco? Es más, ¿lo controlamos realmente? Muevan la marioneta sobre la mesa, hagan que ande. Pero ahora, con una tijeras, corten uno de los hilos. Solo uno. ¿No se vuelve más difícil controlar los movimientos? ¿No dependemos nosotros de un medio para controlar? ¿No nos volvemos igual que la marioneta? ¿De qué sirven nuestras manos si los hilos están cortados? Al final, terminamos dependiendo del hilo, la marioneta de nosotros, y el hilo de la marioneta, pues sin nada a lo que aferrarse no puede controlar.